4 de abril de 2012

Ir ligero (II): los objetos virtuales

Infoglut, imagen en galería de Glow Defective Soldier


La expresión "ir ligero" hace referencia al peso de lo que llevamos con nosotros: la carga de los objetos materiales atesorados.
Hoy día tenemos, además, objetos virtuales: cuentas de mail, de redes sociales, blogs y/o sitios web más amplios o desarrollados, favoritos-marcadores-RSS referenciando a lo que nos interesa, inmensas cantidades de archivos almacenados, etc. 
Su carga no es el peso, sino el tiempo.
Tiempo para leer, mirar, escuchar, repetir... y para administrar todos esos objetos. 
De hecho, el almacenaje al infinito de estos objetos es la nueva gran industria. Obsérvese que ya no se habla tanto de potencia sino de capacidad: no interesa, en general, que el gadget que use sea más veloz, sí que tenga más memoria para atesorar fotos, archivos, canciones, videos en catarata interminable. Y si no alcanza, Internet llega al rescate ofreciendo almacenar todo exceso de equipaje en la nube del servicio que más nos guste o convenga.
¿Pero de qué sirve almacenar al infinito lo que sea, si después no hay tiempo de disfrutarlo?


Hoy podemos buscar cualquier cosa que queramos en tiempo mínimo gracias a Google, Spotlight, iTunes y futuros clones a medida personal, primero en n discos externos, mañana en memorias de estado sólido en variedad interminable, pasado en nubes personales físicas y/o virtuales. Pero toda esa gestión no ayuda en nada cuando se trata de apreciar una melodía, una escena, una foto bien tomada, un texto con profundo significado.
Menos ayuda cuando nos toca decidir si vale la pena conservar lo que tenemos enfrente o no. Y ni hablemos de poder hacer un resumen o síntesis.
Hemos desarrollado computadoras por más de cincuenta años, buscando velocidad y almacenamiento tendientes a infinito. OK, si no tenemos eso, ya estamos a punto de tenerlo... para terminar aturullados y embotados con más noticias que las que podemos aprehender, más datos que los que podemos abarcar, más música que la que podemos oír, más textos que los que podemos leer, más películas que las que podemos mirar.
La Era de la Información ha llegado para servirnos, pero tan pasada de vueltas que nos supera. Todo un desafío que, hasta ahora, no sabemos ni siquiera cómo encarar, no solo resolver: por ahora, la solución es seguir acumulando y ya se verá más adelante...


En el caso del nómada, es un problema desafiante: el exceso de objetos virtuales es, en palabras de Jacques Attalí, cronófago, cometiempo. Tiempo que sirve para sus proyectos, sus creaciones, sus acciones, sus desplazamientos.
Rendirse a los objetos virtuales es volverse sedentario: detenido, pasivo, disipando energía destinada a la acción-creación. O directamente, destinada al simple hecho de vivir.
Pero a la vez, reducir a cero los objetos virtuales implica desconexión: la imposibilidad de comunicar, de compartir, de dar a la Tribu o de ser nutrido por ella, justamente el entorno que sostiene al nómada y le permite ser como es.
Semejante dicotomía, casi contradicción, apenas está planteada, quizá nunca se resuelva. Es una ola que todo nómada deberá surfear a su manera, atento a las sorprendentes ideas y alternativas que serán ideadas mañana y pasado.


Tal vez tengas alguna que quieras compartir aquí  ^-^

2 comentarios:

  1. Interesantísima entrada, Jorge!!! Felicitaciones. Aporte: el filósofo francés Jean François Lyotard ya había predicho la "too much information" en su libro "La Condición Postmoderna". Habla de "informes informes", o sea muchos datos sin forma. La info válida está pérdida en medio de una maroma que sigue expandiéndose. Un abrazo!!! ;-)

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  2. Me gustó lo de "cometiempo". Fuerte. A mi manera de ver, no creo que haya contradicción, la desconexión de los objetos virtuales favoreceria la "conexión" no virtual, humana, con uno mismo, algo que no está de moda. Nosotros somos reales, de eso nos estamos perdiendo...

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