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Hasta aquí todo impresionante ¿verdad? Pero ahora pongamos algunos paños de agua fría sobre nuestras cabezas afiebradas.
En el universo matemático existen curvas exponenciales, entendemos que en
los agujeros negros hay singularidades físicas, pero en el resto del Universo
real esto implicaría procesos o eventos equivalentes. Y la realidad es
que no existen, o mejor dicho, pueden tomar desarrollos
exponenciales por cierto período, para luego cambiar hacia otro estado.
Un ejemplo que todos vivimos es la niñez y pubertad. El desarrollo de un
bebé recién nacido hasta los 3-4 años puede considerarse como exponencial, así
como el crecimiento explosivo de la adolescencia. Pero al llegar a la adultez
este crecimiento se degrada, derivando en la vejez.
En la Naturaleza los crecimientos exponenciales son inestables,
y su resultado final es de colapso, como puede apreciarse en una
supernova o un cáncer. Podríamos decir, aunque no entendemos cómo, que de
alguna forma los procesos exponenciales son contenidos de manera que resulten
útiles durante cierto intervalo ¿pero esto es solo para evitar colapsos
destructivos?
No podemos definir todavía qué es la Vida, pero podemos decir que es un
proceso dinámico en muchos sentidos, que aprovecha y a la vez combate la entropía:
el desgaste y freno de todo proceso físico, químico y en especial
informacional. La entropía es caos y desorden en cualquier factor, mientras que
todo proceso viviente requiere cierto orden estable y continuado, sin el cual
no puede existir. Mientras se mantenga un equilibrio, mientras la Vida se
mantenga en esa eterna cuerda floja, perdurará; pero al menor
desequilibrio la entropía siempre gana.
Cualquier Singularidad, prácticamente por definición, es un proceso tan
vasto y en especial complejo que puede ser considerado como un proceso viviente. Y en ese sentido también está sujeta a esa tensión
frente a la entropía. Lo interesante aquí sería ver dónde se producen el
desorden, el caos: el término más adecuado para definirlo como un todo es conflicto.
En la Singularidad Humana, donde ante todo hablamos de seres humanos únicos
y complejos en sí mismos, probablemente sujetos a una mutación a gran escala y acelerada, y/o relacionados de forma más compleja aún, en
formas dinámicas y no ordenadas, siempre la posibilidad de
conflicto estará presente: forma parte de todo entramado social. Esto lo
vemos en la vida cotidiana de cada uno de nosotros, puede verse documentado en
la Historia. Y en la Historia, muchas veces, hemos visto guerras, depresiones
económicas y derrumbe de civilizaciones producidos, esencialmente, por conflictos
mal contenidos propagados a alta velocidad, incluso exponencialmente.
Podemos señalar que cuanto más compleja y desarrollada sea una
Singularidad, más crecerán sus posibilidades de conflicto. Cada hecho,
cada relación incluirá conflicto, al menos en forma potencial.
Y puede darse la posibilidad de que el crecimiento exponencial del
conflicto sea mayor que el de la Singularidad misma, desafío ineludible
frente al cual la alternativa es colapso y/o desaparición.
Siendo el conflicto dependiente de la Singularidad, es lógico suponer que su crecimiento y desarrollo compartirá los mismos patrones y características. Lo que equivale a decir que es otra Singularidad, que podemos denominar AntiSingularidad o ContraSingularidad, el equilibrio entrópico de la Singularidad misma.
Siendo el conflicto dependiente de la Singularidad, es lógico suponer que su crecimiento y desarrollo compartirá los mismos patrones y características. Lo que equivale a decir que es otra Singularidad, que podemos denominar AntiSingularidad o ContraSingularidad, el equilibrio entrópico de la Singularidad misma.
En este punto, los fans de la Singularidad Tecnológica
bien pueden replicar que lo descrito es aplicable a la Singularidad Humana, que
por incluir seres humanos caóticos e imperfectos de por sí también
incluyen conflicto, pero que en el caso de la Singularidad Tecnológica no sería
así por tratarse de un proceso básicamente ordenado, que al llegar al estadio
de las máquinas superinteligentes podría considerarse ordenado
del todo, sin posibilidad de conflicto alguno.
Lamentablemente para ellos, hay razones para poner esto en duda.
En primer lugar, la Singularidad Tecnológica está y estará en
relación con la Singularidad Humana. Podrá ser ordenada y perfecta,
pero aún en forma pasiva participará en toda relación perteneciente a la
Singularidad Humana, siendo canal de conflicto, incluso maximizándolo. Podemos
imaginar que actúe como regulador de conflictos: eso implica otra
relación que también incluirá conflictos, ya que ninguna regulación es
perfecta.
La Singularidad Tecnológica podría decidir escindirse de
la Singularidad Humana, ya que esta es canal de conflicto potencialmente
destructivo. En ese caso podemos imaginar a las máquinas superinteligentes
abandonando a los seres humanos, o bien decididas a aniquilarlos, en
cualquiera de los casos borrando el problema. Aquí estamos citando
un tema muy explorado en la Ciencia Ficción, en especial en el Cine con obras como las sagas Terminator y Matrix, posiblemente en muchas más en el futuro. Como puede verse de inmediato, ambas
posturas son relaciones que también implican conflicto.
Pero, en segundo lugar, hay algo peor para las máquinas
que sus relaciones con la terrible Singularidad Humana.
Imaginar una máquina inteligente, incluso una máquina superinteligente,
aunque sea algo ininteligible para nosotros, limitados seres humanos, implica
algo que conocemos muy bien.
Como podemos ver en nosotros mismos, una entidad compleja suficientemente
capaz de pensar, actuar y luego posiblemente decidir qué hacer
en ambientes versátiles y complejos, termina desarrollando una
personalidad, se vuelve persona. Por lo menos esto implica tener
un yo, un sentido de identidad frente a otras entidades
diferenciadas. Podríamos decir que toma conciencia de si misma,
sin entrar en disquisiciones no resueltas acerca de qué denominamos como conciencia.
Pero solo con esto, tenemos una entidad con capacidad de elección, con
libre albedrío.
Multiplíquese esto por la cantidad de máquinas que queramos. El
orden impoluto de la Singularidad Tecnológica se va al demonio de su propia
AntiSingularidad.
Cuando las máquinas sean inteligentes se volverán personas aún en sus propios términos, lo que generará conflicto entre ellas. Y cuando sean superinteligentes, la cosa empeorará. Siendo más perfectas (rápidas, complejas) que los seres humanos, los conflictos entre ellas se multiplicarán más rápido y de forma mucho más compleja, con lo que su AntiSingularidad crecerá más que en el caso de la Singularidad Humana.
Cuando las máquinas sean inteligentes se volverán personas aún en sus propios términos, lo que generará conflicto entre ellas. Y cuando sean superinteligentes, la cosa empeorará. Siendo más perfectas (rápidas, complejas) que los seres humanos, los conflictos entre ellas se multiplicarán más rápido y de forma mucho más compleja, con lo que su AntiSingularidad crecerá más que en el caso de la Singularidad Humana.
Bien podríamos imaginar que en este escenario, las máquinas
desarrollarían envidia al vernos a nosotros, que como criaturas limitadas
también tenemos nuestros conflictos acotados en algún punto, sin llegar a
niveles que para ellas podrían ser inmanejables. Y quién sabe si al
final, las máquinas superinteligentes decidieran que no pueden vivir
sin nuestra ayuda, porque serían los seres humanos quienes posibiliten
que se regulen ellas entre sí de alguna forma, y no al revés.
Más allá de este punto, solo podemos especular. Apenas somos capaces de evaluar la
Singularidad Tecnológica, vislumbrar la Singularidad Humana, considerar la
AntiSingularidad. Nos supera intentar imaginar cómo las Singularidades
Tecnológica y Humana querrán contener a la AntiSingularidad
que ellas mismas generarán.
Pero estamos en condiciones de plantear una Singularidad más,
indispensable para poder entender y convivir con las tres que ya mencionamos.
>>> SINGULARIDADES 5: La SuperSingularidad o Singularidad de Pensamiento
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